Las Haenyeo de la isla de Jeju, en Corea del Sur, siempre han sido un ejemplo extraordinario de adaptación humana. Estas mujeres, especializadas en buceo libre en aguas heladas, demuestran cómo el cuerpo humano puede ajustarse para sobrevivir y prosperar en entornos hostiles.
Un estudio reciente liderado por la genetista Melissa Ilardo reveló las diferencias genéticas entre estas buceadoras y otras poblaciones. Utilizando una muestra de 91 participantes, incluidas 30 Haenyeo y 61 residentes de Jeju y Seúl, los investigadores analizaron muestras de ADN y realizaron pruebas de frecuencia cardíaca y presión arterial, tanto en reposo como durante una inmersión simbólica. Sorprendentemente, no encontraron diferencias genéticas claras entre las Haenyeo y otros habitantes de Jeju, pero sí detectaron una prevalencia más alta de variación genética que reduce la presión arterial entre los habitantes de Jeju en comparación con los de Seúl.
Las Haenyeo deben contener la respiración durante sus inmersiones, lo que eleva la presión arterial. Por ello, contar con una presión naturalmente más baja ayuda a mitigar riesgos, más aún al bucear mientras están embarazadas. Esto sugiere una selección natural que minimiza complicaciones como la hipertensión diastólica, preeclampsia y otros problemas circulatorios que pueden afectar tanto a la madre como al feto.
Por otro lado, el estudio indicó que las Haenyeo presentan una mayor tolerancia al frío, lo que previene la hipotermia durante sus labores invernales. Así, la adaptación no solo las favorece en su oficio, sino que también puede contribuir a la baja tasa de mortalidad por accidentes cerebrovasculares en Jeju, un problema de salud relacionado con la hipertensión.
Curiosamente, la disminución significativa del ritmo cardíaco en las Haenyeo durante la simulación del buceo denota un aprendizaje adquirido a lo largo de su vida, en lugar de simplemente una característica genética. Este descubrimiento abre la puerta a futuras investigaciones sobre cómo el entrenamiento y la exposición prolongada a ciertos entornos pueden engendrar cambios físicos útiles.
“Comprender estas adaptaciones nos ofrece un portal a la influencia de la genética en la salud humana" explica Ilardo. Con avances en el entendimiento de esta fisiología particular, no es descabellado pensar en potenciales aplicaciones terapéuticas, dirigidas a tratar trastornos hipertensivos y prevenir accidentes cerebrovasculares.
Las Haenyeo, ejemplo viviente de la plasticidad humana, constituyen un argumento fascinante sobre cómo generaciones de práctica y genética esculpen las posibilidades del cuerpo humano, brindando no solo resiliencia, sino también vitales aprendizajes sobre la evolución en acción.