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jueves 1 de de 2025

Ciencia busca alternativas a "químicos eternos"

La comunidad científica está en una carrera contrarreloj para hallar alternativas a los temidos químicos eternos, conocidos como PFAS, que se han asentado persistentemente en nuestro entorno y organismos. Estas sustancias, presentes en productos como espumas contra incendios o utensilios de cocina, deben su eficacia a sus fuertes enlaces carbono-flúor, que permiten repeler agua y algunos aceites. Sin embargo, su capacidad de descomposición es mínima, lo que ha llevado a una acumulación preocupante en el ambiente y dentro de los seres vivos, despertando alarmas sobre sus efectos a largo plazo.

Recientes investigaciones han enfocado sus esfuerzos en crear sustitutos a estas sustancias, integrando elementos como el silicio en forma de moléculas ramificadas que logran imitar algunas propiedades de los PFAS, como la reducción de la tensión superficial del agua. Numerosos estudios han concluido que estos compuestos carbosiliconados logran prácticamente el mismo efecto en aplicaciones que requieren resistencia al agua, pero fracasan todavía en la repulsión de aceites, un campo donde los PFAS aún no encuentran rival.

A pesar de estos desafíos, las investigaciones no cesan, y diversos estudios han demostrado que algunas fórmulas sin flúor, aunque modestas en su rendimiento actual frente a los aceites, están cada vez más cerca de desafiar a los químicos tradicionales en ciertas aplicaciones. Según el investigador Julian Eastoe, aunque todavía estamos lejos de dar por sentado un reemplazo total, hay potencial para cambiar esta tendencia si se cultiva la voluntad científica y colaboración entre diferentes ramas del conocimiento.

Así, la búsqueda de alternativas viables es un proceso en constante evolución y repleto de retos que requieren de avances significativos en el diseño de superficies con baja energía superficial sin recurrir al flúor. Científicos como Martin Scheringer ven en este camino la posibilidad de redefinir conceptos previamente inamovibles y dinamizar el desarrollo de químicos menos persistentes.

En conclusión, aunque el camino hacia la eliminación de los químicos eternos esté lleno de obstáculos, la comunidad científica no pierde el optimismo. Se espera que eventuales descubrimientos permitan una transición gradual pero efectiva hacia materiales más sostenibles, dando un respiro tanto al medioambiente como a la salud pública.