La Fundación Nacional de Ciencia (NSF) en los Estados Unidos ha congelado indefinidamente sus acciones de financiamiento, causando conmoción en el ámbito de la investigación científica. El día 30 de abril, el personal de la NSF fue informado mediante un correo electrónico que se detuviera la adjudicación de nuevos fondos y los incrementos anuales de financiamiento para proyectos existentes. Anteriormente, la dirección de la NSF había introducido una política que requiere que las propuestas de subvenciones sean revisadas para asegurar su alineación con las prioridades del organismo.
Este repentino cambio en el procedimiento ha sido recibido con escepticismo por parte de los empleados de la NSF, quienes han expresado sus preocupaciones acerca de una potencial “extralimitación orwelliana” en la revisión de propuestas. Un funcionario incluso presentó su renuncia como resultado de la nueva política, mientras que una portavoz de la NSF declinó hacer comentarios al respecto.
El impacto de estas decisiones ya es palpable. En las últimas dos semanas, se han cancelado aproximadamente 1,040 subvenciones que suman un total de 739,00 € millones que habrían sido otorgados a investigadores e instituciones. Esta crisis se suma a un momento de incertidumbre ya existente, agravada por la reciente dimisión del director de la agencia, Sethuraman Panchanathan.
La preocupación se extiende más allá de la agencia. Colin Carlson, un investigador en la Universidad de Yale que lidera un proyecto financiado con 12.5 millones de dólares de la NSF para predecir amenazas pandémicas, teme por el futuro de sus colegas y sus laboratorios.
Aunque el motivo del congelamiento de fondos no está claro, el especialista en derecho administrativo Matthew Lawrence ha recordado que, según la Ley de Control de Embargos de 1974, la NSF debe notificar al Congreso sobre la suspensión de subvenciones, lo cual sería ilegal de no hacerse.
Las preocupaciones se intensifican con los recortes presupuestarios propuestos por la administración de Donald Trump. El presupuesto solicitado para la NSF en el año fiscal 2026 es de 4,000 millones de dólares, un 55% menos que lo asignado para 2025, mientras que se plantea también reducir el presupuesto del Instituto Nacional de Salud (NIH) en un 44%.
Los efectos a largo plazo de estas reducciones podrían ser económicamente devastadores. Un informe de la Universidad Americana en Washington estima que una disminución del 50% en el financiamiento federal para la ciencia podría reducir el PIB de EE. UU. en aproximadamente un 7.6%.
Las perspectivas para la ciencia estadounidense son inciertas y dependen de la voluntad del Congreso de continuar rechazando o no los recortes sugeridos por el presidente. La comunidad científica aguarda con ansiedad el desenlace, consciente de que el puesto de EE. UU. como líder global en ciencia e innovación pende de un hilo.