En un avance significativo para el conocimiento ancestral, miembros de la Nación Tribal Picuris Pueblo en Nuevo México han logrado validar sus relatos orales sobre vínculos ancestrales con la antigua sociedad del Cañón Chaco a través de un estudio genético. Este hallazgo, fruto de la colaboración entre representantes del Pueblo Picuris y genetistas, fortalece el eslabón que une a los actuales Picuris con sus antepasados que habitaban en la región hace más de 1,000 años.
La investigación, publicada en la revista Nature, expone una estrecha relación genética entre los Picuris modernos y las poblaciones antiguas del Cañón Chaco. Los científicos, bajo la dirección de Eske Willerslev de la Universidad de Copenhague, analizaron ADN de individuos enterrados en Picuris hace entre 700 y 500 años, comparándolos con el ADN de los actuales miembros del pueblo y otros orígenes geográficos, como Siberia y las Américas.
Los resultados genéticos contradicen la teoría difundida de que la caída de Chaco en 1150 provocó una migración total de la región. Las variantes genéticas heredadas indican que la población Picuris se mantuvo estable, alrededor de 3,000 individuos, después de que se abandonaron los grandes asentamientos del Chaco. Esta estabilidad sugiere que un número significativo de ancestros Picuris permanecieron en la región, manteniendo la línea genealógica hasta la actualidad.
Específicamente, solo los restos Picuris datados posteriores a 1535 mostraron incorporación de ADN de pueblos Athabascanos, potencialmente llegados al suroeste de los EE.UU. alrededor de 1450. Los análisis también sugieren que el número de Picuris disminuyó un 85% tras el inicio de la colonización española en el siglo XVI, mostrando los efectos del colonialismo.
Este estudio resalta la importancia de las colaboraciones entre científicos e indígenas, y cómo tales proyectos desafían las suposiciones arqueológicas previas respecto a la cultura nativa americana. Los Picuris, en un movimiento singular, lideraron el proyecto y mantuvieron control total sobre la participación y publicación de los hallazgos, asegurando la integridad de su patrimonio cultural.
La investigación marca un hito en el reconocimiento de las narrativas orales indígenas respaldadas por tecnología genética moderna y refuerza la soberanía cultural de los grupos indígenas en la reescritura de su historia.