Una nube de gas molecular, apodada Eos, ha sido detectada cerca de nuestro sistema solar a tan sólo 300 años luz de distancia. Se trata de una estructura masiva, con aproximadamente 3,400 veces la masa de nuestro Sol, ubicada al borde de una región conocida como la Burbuja Local. Este sorprendente descubrimiento es cortesía de una técnica innovadora que emplea datos de far-ultravioleta del satélite coreano STSAT-1 para detectar directamente el brillo del hidrógeno molecular.
El hallazgo de Eos ofrece un nuevo enfoque para estudiar las condiciones que propician el nacimiento de estrellas. Generalmente, los astrónomos observan nubes moleculares mediante el uso de telescopios de radio para detectar monóxido de carbono, pero Eos carece de cantidades significativas de este gas. Esto la había mantenido fuera de alcance por los métodos convencionales hasta ahora. La nube, de forma aproximadamente creciente, se encuentra en una zona menos densa de la Burbuja Local, región que nuestra galaxia ha estado transitando desde hace cinco millones de años debido, posiblemente, a supernovas antiguas.
Los científicos predicen que Eos comenzará a desintegrarse debido a los fotones de fondo en aproximadamente 5.7 millones de años. Esto, sin embargo, podría limitar su capacidad para formar nuevas estrellas a menos que otro fenómeno, como la perturbación gravitacional de alguna nube vecina, contribuya a acelerar este proceso. Comparativamente, la tasa media de formación de estrellas en la vecindad solar se estima en 200 masas solares por millón de años, mientras que Eos está perdiendo masa hacia el medio interestelar a una tasa tres veces mayor.
Este proceso de fotodisociación parece regular la formación estelar, hasta cierto punto. La investigación liderada por Blakesley Burkhart y Thavisha Dharmawardena resalta la importancia de estas regulaciones naturales y cómo podrían ser aplicadas a nubes más distantes. Al final, el estudio de Eos nos brinda material valioso sobre cómo las galaxias transforman el gas y el polvo interestelar en estrellas y sistemas planetarios.
Con el perfeccionamiento de técnicas como la detección de emisión fluorescente de hidrógeno en el ultravioleta lejano, aumentan las posibilidades de descubrir nubes moleculares ocultas en toda la galaxia, ofreciendo una oportunidad sin precedentes para reevaluar nuestro entendimiento del medio interestelar. Esta innovación podría también ser la clave para desvelar los secretos que se esconden en los bordes más lejanos del amanecer cósmico.