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miércoles 4 de de 2025

Desvelando el Mito del Sueño Corto

En el apasionante mundo del sueño, un fenómeno ha captado la atención de científicos y curiosos por igual: los dormilones naturales cortos. Estos individuos, que logran sobresalir con tan solo cuatro a seis horas de sueño por noche, desafían la norma de requerir ocho horas de descanso nocturno. Esta habilidad, atribuida a ciertas mutaciones genéticas, hace que su sueño sea más eficiente y les permite disfrutar de los mismos beneficios que aquellos que duermen más.

Un estudio realizado en 2025 arrojó luz sobre esta peculiaridad genética al analizar a una mujer septuagenaria que, a pesar de dormir solo seis horas por noche, mantenía una salud física envidiable y una agudeza mental impresionante. Su genética única parece ser la clave detrás de su capacidad de prosperar con menos sueño.

Sin embargo, no todo el que duerme poco puede atribuirlo a ser un dormilón natural. Muchas personas que se jactan de sobrevivir con pocas horas de sueño a menudo sufren de privación crónica de sueño, ya sea por trabajo, compromisos sociales o la errónea creencia de que dormir menos es sinónimo de productividad. Esta práctica trae consigo un cúmulo de deuda de sueño que puede resultar perjudicial a largo plazo, afectando el rendimiento y la salud, con riesgos incrementados de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Intentar compensar el sueño perdido durante el fin de semana no resuelve totalmente la deuda de sueño. Aunque un par de horas extra y algunas siestas puedan ofrecer alivio temporal, los riesgos cardiovasculares asociados con la falta crónica de sueño persisten. Además, la irregularidad del horario de sueño puede alterar el reloj biológico, haciéndonos comenzar la semana laboral aún más agotados.

El caso de Margaret Thatcher, conocida por dormir solo cuatro horas durante su mandato, es complejo. Algunas fuentes sugieren que tomaba siestas entre reuniones, lo que podría indicar que no era una dormilona natural, sino que compensaba su deuda de sueño cuando podía.

Lo cierto es que las necesidades de sueño varían: la edad y algunas condiciones de salud juegan un papel crucial en cuánto sueño es óptimo para cada individuo. Para la mayoría de las personas, lo ideal sigue siendo entre siete y nueve horas para funcionar al máximo.

Así, mientras persisten los debates en torno al sueño óptimo y sus implicaciones para la salud, queda claro que el sueño no es un lujo. Para preservar nuestra salud, puede ser conveniente repensar la importancia de nuestras rutinas de sueño.