La fascinación por los fenómenos de la mente humana nos lleva a descubrir el “jamais vu”, un fenómeno opuesto y quizás aún más enigmático que el déjà vu. Mientras que el déjà vu nos ofrece una falsa sensación de haber vivido algo previamente, el jamais vu nos proporciona la sensación de extrañeza ante lo conocido. Esta percepción sucede cuando una cara familiar o un lugar conocido se tornan inusuales o irreconocibles.
Un grupo de investigadores, liderado por Akira O’Connor y Christopher Moulin, realizó experimentos reveladores sobre el jamais vu. En uno de los estudios, 94 universitarios fueron instruidos para escribir repetidamente diferentes palabras, desde las más comunes como “puerta” hasta las menos frecuentes como “sward”. A medida que avanzaban, un notable 70% experimentaron alguna forma de jamais vu, deteniéndose al sentir que esas palabras perdían su significado familiar.
Siguiendo con una metodología similar, un segundo experimento redujo el enfoque a la palabra “the”. Los resultados fueron igualmente intrigantes, ya que el 55% de los participantes experimentaron descontrol o confusión tras una media de 27 repeticiones. Esta investigación, premiada con el Ig Nobel de Literatura, subraya el vínculo entre la saturación perceptiva y el phénomène jamais vu.
El fenómeno no es completamente nuevo; hacia 1907, Margaret Floy Washburn y su estudiante ya habían documentado la pérdida del “poder asociativo” tras mirar una palabra durante un tiempo prolongado. Pero este nuevo estudio resalta que el jamais vu podría servir como un mecanismo defensivo de nuestras capacidades cognitivas, permitiéndonos “salir” de procesos demasiado automáticos con la sensación de irrealidad.
La investigación sugiere que este fenómeno podría proporcionar pistas valiosas para entender trastornos obsesivo-compulsivos, donde la repetición desmesurada lleva a perder el sentido de tareas simples, como verificar si una puerta está cerrada. Así, el jamais vu no solo nos asombra, sino que potencialmente abre camino a futuros tratamientos.
A medida que nos adentramos en estas complejidades, el trabajo de O’Connor y Moulin no solo nos hace reflexionar sobre la plasticidad de nuestras capacidades mentales, sino que también refuerza la necesidad de mantener nuestra percepción flexible, evadiendo los peligros de la repetición excesiva. Este fenómeno es un intrigante recordatorio de lo enigmática y resiliente que puede ser la mente humana.
En conclusión, el jamais vu es más que un simple juego mental; es un toque de atención que nos recuerda que debemos asumir un equilibrio entre la familiaridad y la novedad, asegurando que nuestras mentes no se estanquen en un ciclo monótono, sino que continúen explorando lo inexplorado.