Durante los últimos años, los fármacos GLP-1, como Wegovy y Ozempic, se han vuelto populares para la pérdida de peso y el tratamiento de la diabetes tipo 2, ganando atención por provocar cambios inesperados en las preferencias alimenticias de sus usuarios. Estos medicamentos, inicialmente diseñados para incrementar la liberación de insulina, promueven la pérdida de peso al generar una sensación de saciedad que reduce el impulso de consumir grandes cantidades de alimentos.
Alyssa Fraser, una ex reportera de alimentos, experimentó en carne propia estos efectos al notar una creciente desafección por sus comidas favoritas tras comenzar su tratamiento con Wegovy. Sus platos favoritos, que una vez saboreaba con entusiasmo, pasaron a ser insípidos y poco atractivos. No es la única. Usuarios del medicamento han señalado cambios similares en sus preferencias, mostrando una aversión particular hacia las carnes y los alimentos fritos.
Diversas investigaciones, incluyendo un estudio publicado en ‘Food Quality and Preference’, han corroborado estas experiencias, mostrando que los individuos en tratamiento reportan un menor consumo de alimentos procesados, carnes rojas y bebidas azucaradas. Este comportamiento parece estar asociado con una ingesta calórica diaria reducida en aproximadamente 700 calorías.
No obstante, los expertos advierten que, aunque estos cambios de preferencia alimentaria pueden contribuir a la pérdida de peso, no está completamente claro cuánto influyen en este resultado en comparación con el efecto de saciedad. Investigaciones previas sugieren que estas alteraciones también podrían derivar de cambios en los mecanismos del gusto del cuerpo humano.
Se descubrió que las personas bajo el uso de GLP-1 presentan una menor urgencia para consumir alimentos, separando el gusto por los alimentos del deseo compulsivo de ingerirlos. Algunos estudios destacan una mayor sensibilidad a los sabores, lo que podría explicar la menor atracción hacia alimentos tradicionalmente apetitosos.
Los investigadores han identificado receptores GLP-1 en las papilas gustativas humanas. Esta conexión puede iluminar el porqué de estos cambios de percepción de los sabores, aunque los hallazgos son aún inconsistentes y variados, dependiendo de los individuos. Un estudio reciente demostró que las mujeres tomando semaglutide mostraron una mayor sensibilidad gustativa comparado con aquéllas que no lo tomaban.
Por el momento, las compañías fabricantes como Novo Nordisk y Eli Lilly reconocen estos efectos secundarios, si bien sus declaraciones públicas han sido escuetas. Mientras los efectos en la saciedad pueden ser bienvenidos, no todos los usuarios se sienten confortables con la pérdida del disfrute por la comida, un cambio que algunos consideran un costo necesario para su bienestar físico.
El camino para entender completamente estos efectos sigue en construcción, abriendo una puerta crucial para investigaciones futuras que podrían no sólo mejorar la efectividad de estas terapias, sino también ajustar su impacto en la calidad de vida de los pacientes.
La revolución en el entendimiento de cómo algunos medicamentos pueden impactar nuestras experiencias alimentarias apenas comienza, y promete cambiar la forma en que la medicina y la nutrición se entrelazan en nuestro día a día.