Un reciente estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Copenhague revela cómo los enfoques computacionales aplicados a la segregación urbana pueden llegar a perpetuar sesgos individualistas, al centrarse excesivamente en la responsabilidad individual de los ciudadanos y pasar por alto los procesos sistémicos que fomentan estas desigualdades espaciales. Las metodologías utilizadas en estos modelos de segregación tienden a reforzar un enfoque miope que ignora los factores económicos y políticos más amplios que subyacen a la distribución desigual de la población en las ciudades.
Este enfoque, aunque tecnológicamente sofisticado, puede conducir a marginalizar aún más a los grupos ya desfavorecidos. Se ha destacado cómo estas herramientas computacionales son, a menudo, dependientes de teorías económicas prevalentes, enfocadas en la elección individual, y dejan de lado las fuerzas institucionales y estructurales que dan forma a las dinámicas urbanas.
Los investigadores sugirieron que la integración de un pensamiento sistémico en los modelos computacionales podría ayudar a abordar estas desigualdades urbanas más eficazmente. Un enfoque basado en la acción colectiva en lugar de la acción individualista, afirman, podría fomentar ciudades más equitativas y sostenibles. Este sería un paso relevante para enfrentar, de forma consciente, las complejidades interconectadas que contribuyen a la exclusión y a la polarización espaciales dentro de las metrópolis modernas.
Este estudio pone en evidencia la necesidad urgente de reconsiderar la manera en que se emplean las herramientas digitales en planificación urbana, sugiriendo que una revaluación crítica de las mismas podría representar un cambio radical en la lucha contra la segregación urbana. Es un recuerdo claro de que, aunque las innovaciones tecnológicas ofrecen herramientas de gran potencial, estas deben ser utilizadas con un entendimiento crítico de su impacto social y económico.