Tim Friede, un pionero en inmunología aplicada al veneno, ha llevado al límite las experiencias con mordeduras de serpientes para ayudar en el desarrollo de un antiveneno universal. El estadounidense ha sobrevivido a la impresionante cifra de 202 mordeduras de algunas de las serpientes más venenosas del mundo, incluyendo cobras egipcias y negras mambas, todo con el objetivo de contribuir a avances médicos en la lucha contra el veneno.
Durante casi dos décadas, Friede se ha “autoinmunizado” al inyectarse pequeñas, y posteriormente mayores, dosis de veneno cuidadosamente extraído de las serpientes. Este proceso metódico le permitió desarrollar una inmunidad efectiva contra el veneno de más de una docena de serpientes letales. Su enfoque y sacrificio no fueron en vano; Friede ha acumulado una fascinante paleta de anticuerpos en su sangre, capaces de neutralizar una variedad múltiple de toxinas presentes en los venenos de serpientes.
El científico Jacob Glanville, conocido por su trabajo en la búsqueda de una vacuna universal contra la gripe, vio en Friede una oportunidad única para crear un antiveneno que pueda actuar de manera amplia ante diferentes tipos de veneno. El resultado fue el desarrollo de un cóctel de antiveneno que combina dos de los anticuerpos hallados en Friede con el fármaco varespladib, controlando eficazmente el veneno de 13 especies de serpientes en ensayos con ratones.
Este ingenioso avance científico, reportado en la revista Cell, surgió de la colaboración entre Glanville y Friede, cuyo sacrificio ha abierto una nueva avenida en la exploración de tratamientos antivenenosos más eficientes. La comunidad científica ya apunta a probar este cóctel en el ámbito veterinario en Australia, evaluando su efectividad en perros que sufren de mordeduras de serpientes.
A la fecha, Friede se retiró de las mordeduras y auto injertos en 2018, tras 654 inmunizaciones adicionales. Ahora, viviendo a salas con sus 57 años, Friede comprueba regularmente su estado de salud para asegurarse de que su cuerpo no sufrió daños colaterales producto de las exposiciones sostenidas al veneno.
Sin lugar a dudas, la dedicación de Friede marca un hito en la ciencia médica, abriendo una vía esperanzadora para el tratamiento de mordeduras de serpientes sin tener que recurrir a los peligros inherentes de la auto inoculación de venenos. Como recalca Glanville, acciones como las de Friede no son recomendables para nadie más, pero su valentía ha redundado en un significativo aporte a la medicina.