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lunes 19 de de 2025

La Ciencia detrás del Acoso Escolar y el Papel de los Padres

El acoso escolar es una problemática que preocupa a muchos padres, especialmente cuando la situación involucra su propio hijo. A menudo, los progenitores se enfrentan a la sorpresa y el dolor de descubrir que su niño es señalado como el agresor. La comprensión de lo que implica el acoso es esencial: se refiere a un comportamiento repetido y deliberado que daña a otra persona menos poderosa. Este patrón puede acarrear graves consecuencias en la salud mental tanto para la víctima como para el acosador.

No es raro que, ante una acusación, los padres cuestionen las circunstancias; sin embargo, incluso en situaciones de provocación, el acoso no debe pasarse por alto ni justificarse. Según un estudio realizado en Suecia, los niños a menudo perciben a los acosadores como personas con problemas psicológicos o como individuos que buscan atención para mejorar su estatus social. Esto sugiere que el acoso puede ser una estrategia equivocada para ganar aceptación entre sus pares.

Una investigación que involucró a 2,200 adolescentes revela que el 62% de los que admitieron acosar a otros, justificaron su comportamiento aludiendo a la falta de comprensión de los demás hacia ellos o a la necesidad de demostrar valor. Para los padres, la tarea de discernir entre provocación y acoso planificado es crucial. La clave está en educar al niño sobre la diferencia entre emociones y acciones, y enseñarles que, aunque tienen derecho a sentir, no tienen derecho a herir a los demás.

Enfrentar el entorno en el que se desarrollan estos comportamientos es parte de la solución. El uso de tecnología y la exposición a comportamientos agresivos en las redes sociales pueden influir en la conducta de los menores. Un estudio ruso realizado sobre más de 40,000 adolescentes destaca que la agresión en las redes es común, pero su impacto varía entre los individuos. Así, algunos replican la agresión, mientras que otros la ven como algo inherente a la diversión digital.

Intervenir a nivel individual también es fundamental; buscar consejería puede proporcionar un espacio seguro para que los niños comprendan y modifiquen su comportamiento agresivo. Los padres deben estar atentos a factores como la pérdida de amigos, síntomas de ansiedad o depresión en sus hijos, para responder adecuadamente ante posibles combinaciones de víctima y agresor.

Las vacaciones de verano pueden ofrecer un respiro a estos temas, con menos presión sobre las normas de comportamiento. Sin embargo, también son una oportunidad para reforzar conductas positivas y preparar el terreno para un nuevo año escolar con bases sólidas. El seguimiento constante del bienestar emocional y psicológico del niño es indispensable para anular las raíces del acoso escolar y asegurar un desarrollo saludable.