Un reciente estudio ha revelado que el envejecimiento activa ciertas células madre adultas responsables del aumento de grasa abdominal, tanto en ratones como en tejidos humanos. La investigación, liderada por Adolfo Garcia-Ocana, endocrinólogo de City of Hope, sugiere que estas células, conocidas como preadipocitos comprometidos (CP-As), se encuentran en el tejido adiposo blanco y aumentan en número a medida que las personas envejecen. Estas células madres específicas aumentan la producción de grasa incluso sin cambios en la dieta o el ejercicio.
En los ratones jóvenes, las células madre, conocidas como APCs, solo producen grasa cuando se ven afectadas por estresores. Sin embargo, a medida que los ratones envejecen, algunas de estas células se activan más, resultando en un aumento significativo en la cantidad de células grasas en ratones varones de mediana edad. Este cambio no se debe al ambiente que las rodea, ya que al transplantar células madre de ratones jóvenes a ratones viejos, no se observó la misma producción de grasa.
Sorprendentemente, mientras la capacidad de crecimiento de la mayoría de las células madre adultas disminuye con la edad, ocurre lo contrario con estas células: el envejecimiento activa su potencial de evolución y expansión. La investigación también sugiere que este aumento en la producción de grasa podría deberse al envejecimiento celular o a la desregulación del sistema inmune, ya que se observó que con la edad se acumulan más células inmunes en el tejido adiposo blanco.
Entre los descubrimientos clave de esta investigación se encuentra la identificación de cambios en el análisis de RNA entre las células madre de ratones jóvenes y viejos, especialmente en una vía de señalización específica conocida como el receptor inhibidor de la leucemia (LIFR). Este podría ser un objetivo útil para futuras intervenciones.
Asimismo, en muestras humanas, tomadas de cinco individuos de diversas edades, se observó que las mismas células madre eran más activas en personas mayores. No obstante, los investigadores resaltan la necesidad de contar con un mayor número de muestras y más donantes femeninos para confirmar la validez universal de estos hallazgos.
En resumen, comprender el papel de los CP-As en los trastornos metabólicos y cómo emergen durante el envejecimiento podría abrir nuevas posibilidades médicas para reducir la grasa abdominal y mejorar la salud y longevidad. Hasta el momento, la mejor manera de enfrentar estos cambios relacionados con la edad parece ser a través de un aumento en la actividad física.