Solo noticias

y ya

miércoles 30 de de 2025

La Intermitencia Energética de Europa: Misteriosos Apagones en el Sur

El reciente apagón que dejó a oscuras a gran parte de España, Portugal y el sur de Francia generó caos e incomodidad en la vida cotidiana de millones de personas. Durante el incidente, el atribulado lector podía encontrarse con semáforos inactivos, cajeros automáticos inservibles y una suspensión total del transporte público, sin mencionar que las comunicaciones telefónicas quedaron cortadas en plena era digital. Los comensales se veían forzados a cenar con el tenue resplandor de las velas como única iluminación bajo el cielo nocturno.

Si bien las causas exactas del apagón aún no han sido determinadas, uno de los supuestos iniciales mencionados por el operador de la red portuguesa, REN, fue el singular fenómeno de la “vibración atmosférica inducida”. Aunque posteriormente se negó esa explicación, este fenómeno se describe como ondulaciones en las líneas de transmisión de alta tensión provocadas por cambios extremos de temperatura o presión en la atmósfera.

Lo cierto es que los sistemas eléctricos son sumamente susceptibles a alteraciones climáticas. Por ejemplo, las líneas de transmisión pueden presentar oscilaciones ante eventos climáticos como ciclones o cambios bruscos de temperatura, con subidas dramáticas de calor capaces de generar ondas de presión que resuenan en el entorno. Los expertos sostienen que estos efectos se ven intensificados por la centralización y la interconexión de los sistemas eléctricos actuales.

El entramado de infraestructuras eléctricas, al ser cada vez más dependiente de una complejidad creciente en sus redes, se enfrenta a un mayor riesgo de disrupción. Así, el fenómeno de estas vibraciones atmosféricas, sean o no confirmado como la causa del apagón reciente, actúa como una llamada de atención sobre la necesidad de robustecer la resiliencia en nuestra infraestructura energética.

Una posible vía para mitigar estos riesgos es la implantación de microrredes comunitarias. Estas redes energéticas descentralizadas y flexibles podrían operar de forma autónoma cuando las redes tradicionales se vean comprometidas. En un mundo donde la electrificación y transición a fuentes de energía renovable siguen en aumento, adaptarse a esta realidad podría ser la clave para enfocar el futuro de la gestión energética.

A medida que la dependencia de las redes centralizadas crece, es evidente que necesitamos reevaluar nuestras estrategias de infraestructura y adoptar soluciones innovadoras que permitan a las regiones mantener su autoprotección energética. En resumen, si no priorizamos esas reestructuraciones necesarias, estaríamos perpetuando nuestra vulnerabilidad, exponiéndonos a interrupciones más devastadoras en el futuro y olvidando las lecciones que nos deja este reciente apagón europeo.