Formar un nuevo hábito puede parecer un desafío monumental, especialmente cuando se trata de cambios en el estilo de vida. Si bien existe una creencia generalizada de que bastan 21 días para establecer un hábito, investigaciones más recientes han desmentido esta afirmación y han arrojado luz sobre la compleja realidad de cómo la gente realmente forma hábitos a largo plazo.
La noción de los 21 días se remonta a la década de 1960, cuando un cirujano plástico llamado Maxwell Maltz observó que sus pacientes tardaban aproximadamente tres semanas en adaptarse a los cambios físicos. Sin embargo, estudios más actuales revelan que formar hábitos puede tomar entre 59 y 154 días, dependiendo del tipo de comportamiento y su complejidad. Desde rutinas simples como beber agua después de desayunar hasta acciones más intrincadas como entrenar para un maratón, el tiempo necesario para automatizar un comportamiento varía enormemente entre individuos.
Un estudio de 2010, que observó a voluntarios desarrollando rutinas simples, encontró que se necesitaban en promedio 66 días para que el comportamiento se volviera automático. La investigación reciente ha indicado que procesar hábitos relacionados con la salud puede llevar entre dos a cinco meses.
La consistencia es fundamental cuando se trata de fortalecer un hábito. Al analizar el ejercicio físico, se halló que cuanto más fuerte es el hábito, más probable es que las personas lo mantengan de manera regular. Las intervenciones exitosas, que ayudan a la formación del hábito, se centran en la repetición, el uso de recordatorios y la creación de una estructura estable para facilitar la repetición.
Hay diferentes formas de fomentar hábitos exitosos. La repetición en un contexto estable, como caminar justo después de almorzar, aumenta las probabilidades de que el comportamiento se vuelva automático. Además, elegir uno mismo los hábitos a desarrollar aumenta las posibilidades de éxito.
Believing que se puede establecer un hábito en 21 días puede llevar a la frustración si no se logra en ese lapso. No obstante, comprender que el periodo de tiempo varía, ayuda a mantener la motivación y a seguir intentándolo cuando el cambio parece avanzar lentamente. Al final, con la práctica y la perseverancia, nuevas conductas se vuelven no solo automáticas, sino una parte integral de nuestra rutina diaria.
Es vital considerar que la transformación personal no ocurre de la noche a la mañana. Con consistencia y dedicación, los hábitos deseados acabarán por convertirse en segundas naturaleza.