Las estrellas de mar girasol han encontrado un refugio inesperado en las gélidas aguas de los fiordos de Columbia Británica, demostrando una sorprendente resistencia a la devastadora enfermedad de desgaste. Aisladas de este misterioso mal que ha mermado a sus congéneres desde 2013, estas criaturas sobrevivientes sugieren que las temperaturas más frías podrían ser la clave para su protección.

Desde que la enfermedad emergió en las costas del Pacífico de América del Norte, los científicos quedaron intrigados por sus orígenes. Inicialmente atribuida a un posible virus, las investigaciones posteriores revelaron peculiaridades en los datos que complicaron la identificación de su causa exacta. Sin embargo, la resiliencia observada en las poblaciones de los fiordos ofrece pistas valiosas sobre el ambiente ideal que podría limitar el progreso de la enfermedad.

Los investigadores, encabezados por Alyssa Gehman, examinaron las poblaciones de estrellas de mar en múltiples sitios, descubriendo que aquellas en zonas más profundas y frías de los fiordos presentaban una salud superior comparada con las de áreas más cálidas de las islas exteriores. Este hallazgo coincide con teorías previas que vinculan temperaturas inusualmente cálidas a brotes más graves de la enfermedad.

Una combinación de mediciones de temperatura, salinidad y niveles de oxígeno sugiere que las estrellas de mar podrían estar buscando refugio en estas aguas más profundas y saladas, ya que el deshielo produce una capa superficial de agua más cálida y fresca. En cambio, en las islas exteriores, las poblaciones se ven más afectadas debido a su predominancia en aguas más cálidas.

Con la esperanza de descifrar finalmente el misterio detrás de esta enfermedad, Gehman y su equipo han intensificado sus esfuerzos de investigación. Sus descubrimientos no solo abren nuevas vías hacia la identificación de posibles patógenos, sino que también ofrecen un atisbo de esperanza para la recuperación de estas especies críticamente amenazadas.

En resumen, las estrellas de mar de los fiordos no solo podrían ser la clave para entender esta tragedia ecológica, sino que también podrían permitir repoblar otras áreas devastadas. La tenacidad de la naturaleza nos recuerda que incluso en las aguas más oscuras, siempre hay una chispa de vida que encuentra la manera de prevalecer.