Una reciente investigación sugiere que la estrategia de geoingeniería solar, que implica la liberación de partículas reflectoras en la atmósfera para dispersar los rayos solares, podría llevarse a cabo con aeronaves comerciales existentes. Hasta el momento, se pensaba que esta técnica necesitaba aviones especializados que volasen a altitudes superiores, un proceso que podría demorar más de una década. Sin embargo, el nuevo estudio señala que sería factible realizar estas tareas a altitudes más bajas, significativamente seguras para muchas aeronaves comerciales.
El estudio se centra en la posibilidad de realizar inyecciones de aerosoles a altitudes de alrededor de 8 millas sobre el nivel del mar, un entorno donde aviones comerciales actuales pueden operar sin mayores contratiempos. Utilizando modelos computacionales, se ha simulado la eficacia de inyectar 12 millones de toneladas métricas de dióxido de azufre reflejante en la atmósfera, logrando un enfriamiento global de aproximadamente 0.6 grados Celsius. Estas inyecciones muestran mayor eficacia en localidades próximas a los polos durante los periodos de primavera y verano debido a la configuración de la atmósfera y la incidencia solar.
No obstante, el estudio recalca que la investigación en geoingeniería todavía está en fases preliminares y debe ser abordada con cautela. Los riesgos asociados a los patrones de precipitación y el impacto sobre la capa de ozono merecen evaluaciones más profundas, ya que las partículas difunden más eficientemente de este a oeste que de norte a sur. Este fenómeno podría originar impactos desiguales dependiendo de la latitud, afectando más drásticamente a zonas polares en comparación con las regiones ecuatoriales, que son aún más vulnerables al cambio climático.
Los autores del estudio enfatizan que, a pesar del interés creciente en mecanismos de geoingeniería, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero sigue siendo primordial para contrarrestar el calentamiento global. “No podemos depender únicamente de reflejar más y más la luz solar”, advierte Alistair Duffey, principal autor del estudio.
En resumen, aunque el uso potencial de esta técnica a escalas comerciales es prometedor, se necesita un esfuerzo concertado por parte de la comunidad científica global para determinar su viabilidad y seguridad. Hasta entonces, la geoingeniería sigue siendo una propuesta hipotética que fomenta el debate tanto en círculos científicos como entre activistas climáticos alrededor del mundo.