Una reciente investigación sugiere que los rayos X emitidos por una explosión nuclear podrían cambiar el curso de un asteroide que amenace con impactar la Tierra. A través de un innovador estudio publicado en Nature Physics, se ha demostrado en laboratorio que al calentar la superficie de asteroides simulados con radiación X, se generan vaporosas plumas que empujan estos cuerpos hacia otra dirección. La extrapolación de estos resultados en simulaciones por computadora indica que una explosión nuclear, a una distancia prudente, podría desviar asteroides con dimensiones de hasta 4 kilómetros de ancho, aproximadamente similares a la longitud del National Mall en Washington, D.C.
Este hallazgo arroja luz sobre una alternativa viable y energética para la defensa planetaria cuando el tiempo de advertencia es corto, posiblemente tan reducido como un año. Según Nathan Moore del Laboratorio Nacional Sandia, esta opción supera en efectividad los métodos tradicionales que requieren que una nave impacte directamente contra el asteroide, método eficaz solo para cuerpos más pequeños.
Históricamente, NASA probó un método de colisión directa al estrellar una nave contra el asteroide Dimorphos, modificando su órbita en torno a un cuerpo mayor. Sin embargo, este enfoque presenta limitaciones significativas en casos que impliquen asteroides más grandes.
El experimento de X-rays en cuestión involucró una cámara de vacío donde se colocó un asteroide modelo del tamaño de un arándano, compuesto de cuarzo. Mediante el uso del generador de rayos X más poderoso del mundo, el equipo realizó un pulso de solo 6.6 nanosegundos, lo que vaporizó ambos: los soportes de papel aluminio que sostenían el cuarzo y su superficie misma. La consiguiente nube de gas generada tras esta vaporización propulsó al cuarzo a una velocidad aproximada de 250 kilómetros por hora.
Se realizaron pruebas adicionales con sílice fundida que arrojaron resultados similares. Con el ánimo de enriquecer los datos, los investigadores esperan replicar los experimentos empleando hierro y otros componentes comunes de los asteroides.
En conclusión, aunque todavía hay puntos desconocidos, como las distintas “flavors” o composiciones minerales de los asteroides, esta investigación representa un avance significativo en el desarrollo de estrategias contra amenazas potenciales del espacio. La comunidad científica ahora cuenta con una herramienta más en el repertorio de defensa planetaria, respaldada por la energía colosal de los rayos X.