Un revolucionario avance en la evaluación de la influencia académica, el Índice Ajustado de Autocitación (SCAI), promete transformar radicalmente el campo de financiamiento y reconocimiento del mundo investigador. Diseñado por Rahul Vishwakarma, este novedoso índice busca corregir las métricas de citaciones tradicionales afectadas por la práctica del autocitación, brindando así una visión más precisa y equitativa del verdadero impacto de las investigaciones.
La importancia de las métricas de citación como indicador se ha visto empañada por el uso estratégico de la autocitación, elevando injustamente la visibilidad de ciertos trabajos. Con el SCAI, Vishwakarma y su equipo analizan perfiles de más de 5,000 investigadores de diversas disciplinas, revelando un inflamiento de hasta un 20% en indicadores comunes como el índice h debido a la autocitación excesiva. Tal distorsión no sólo afecta la percepción de impacto, sino que tergiversa la distribución ya precaria de los fondos de investigación, estimados en más de 100,00 € mil millones anualmente sólo en Estados Unidos.
El sorprendente diferencial de género es otro punto focal en este estudio. Mientras que los hombres tienden a autocitarse un 70% más que las mujeres, el SCAI reduce esta brecha de inequidad en reconocimiento académico en aproximadamente un 8.5%. Esto es crucial en un entorno donde las mujeres a menudo reciben menos reconocimiento por sus publicaciones en revistas de alto impacto.
Por otro lado, el análisis en etapas de carrera muestra a los investigadores jóvenes autocitándose con más frecuencia. Esto podría ser un reflejo del afán por ganar reconocimiento en las primeras etapas de sus carreras, un comportamiento que el SCAI busca nivelar para evitar sesgos en progresiones académicas y decisiones de promoción.
Este índice no solo intenta corregir un enfoque sesgado en el reconocimiento académico, sino que también se presenta como una solución para una más justa asignación de recursos. Con la implementación del SCAI y su herramienta de código abierto, las instituciones pueden reconfigurar sus métodos de financiamiento hacia una distribución basada en el impacto real y brindando oportunidades equitativas a todas las voces académicas valiosas. La esperanza es que con herramientas como el SCAI, el mundo académico pueda evolucionar hacia un espacio más justo, donde se priorice la sustancia sobre la autopromoción.