En un giro que ha desatado la crítica de la comunidad científica, la administración Trump ha decidido despedir a todos los científicos implicados en la más reciente evaluación climática nacional, un informe clave que prescribe cómo el cambio climático está afectando a Estados Unidos. Este análisis, que es una pieza fundamental para la formulación de normativas ambientales y la planificación de infraestructuras, ha sido visto tradicionalmente como la referencia de cómo el calentamiento global está remodelando el país.
El informe, normalmente elaborado por alrededor de 400 investigadores, estaba en su sexta edición y se esperaba que ayudara a los estadounidenses a comprender cómo los cambios climáticos ya están afectando sus vidas y qué se puede prever para el futuro. Sin embargo, este trabajo ha sido abruptamente interrumpido por una nota del gobierno, revaluando su alcance conforme a la Ley de Investigación del Cambio Global de 1990.
Las reacciones no tardaron. Científicos como Rachel Cleetus, del Union of Concerned Scientists, subrayaron que el intento del gobierno de enterrar el informe no alterará los hechos científicos, pero sí podría desorientar al país ante un mundo potencialmente más peligroso debido al cambio climático. El esfuerzo por abortar el informe podría beneficiar a la industria de combustibles fósiles, sugirió Cleetus.
La administración también retiró fondos al Programa Estadounidense de Investigación del Cambio Global, que por 35 años ha coordinado el trabajo de 13 agencias federales en esta área. Además, hay planes de formar un nuevo grupo de investigadores para elaborar un informe que refleje la postura de la administración sobre los supuestos beneficios del cambio climático para Estados Unidos.
En medio del tumulto, algunos de los investigadores despedidos se han comprometido a continuar su trabajo de forma independiente. Bob Kopp, un científico climático de la Universidad de Rutgers, expresó su deseo de seguir brindando una evaluación climática precisa y basada en evidencias al público estadounidense.
Mientras tanto, la comunidad científica observa con escepticismo y preocupación cómo esta decisión podría impactar la percepción y manejo del cambio climático en los años venideros.