El sector eléctrico es uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de los avances tecnológicos. En los últimos años, la revolución de la inteligencia artificial (IA) ha incrementado de manera notable la demanda de electricidad, especialmente en los centros de datos. Esto ha impulsado a los expertos a buscar formas de optimizar las redes eléctricas no solo para reducir las emisiones de carbono, sino también para minimizar los efectos adversos para la salud.
Históricamente, las estrategias de optimización de redes eléctricas se han centrado en minimizar las emisiones de dióxido de carbono o mejorar la eficiencia energética. Sin embargo, un nuevo enfoque, propuesto por un grupo de expertos de la Harvard T.H. Chan School of Public Health y la UCLA Fielding School of Public Health, redefine estas prácticas hacia un modelo de optimización basado en la salud. Este modelo prioriza la reducción de los impactos perjudiciales para la salud derivados de la generación eléctrica.
La investigación plantea que la reducción de los contaminantes atmosféricos peligrosos (HAPs) debe ser un objetivo claro en la planificación energética, ya que estos tienen efectos nocivos directos sobre la salud humana. El documento evidencia que incluso si se minimizan las emisiones de CO2, esto no garantiza necesariamente una reducción en las hospitalizaciones relacionadas con enfermedades provocadas por los HAPs.
La propuesta de los investigadores sugiere un marco de trabajo que incluya restricciones en las emisiones y la eficiencia energética, pero cuyo principal objetivo sea la minimización de las consecuencias negativas para la salud pública. Un ejemplo ilustrativo presentado en el documento detalla que, en un sistema de energía, la simple minimización de emisiones puede no proteger a las comunidades de los riesgos sanitarios.
Para implementar este enfoque, se requiere ajustar la asignación de combustible en las centrales eléctricas, optimizando la mezcla de fuentes de energía para alcanzar estos fines sin, además, ignorar la viabilidad económica y ambiental. Este planteamiento busca propiciar un equilibrio que preserve la salud pública en un contexto de sostenibilidad ambiental.
En conclusión, la salud pública debe ocupar un lugar preponderante en la optimización de las redes eléctricas, en especial ante el auge de la IA y su creciente demanda energética. Este enfoque puede cambiar las reglas del juego hacia una sociedad más saludable y respetuosa con el medio ambiente.