En un reciente anuncio, el cirujano general de Florida, Joseph Ladapo, ha insistido en que los residentes del estado eviten las vacunas de ARNm contra la COVID-19, atribuyendo falsamente posibles riesgos a estas vacunas. Esta declaración se alinea con un patrón previamente identificado de desinformación sobre las vacunas en el estado, dirigida principalmente a las personas mayores y otras poblaciones de alto riesgo. Los expertos médicos y científicos han condenado esta retórica, calificándola de propagandista y politizada, que socava no solo los esfuerzos por combatir la COVID-19 sino también otras enfermedades como el sarampión y la tos ferina.
Este discurso ocurre en medio de una creciente división política en torno a las vacunas, destacada por datos que revelan que los votantes republicanos son más escépticos acerca de la eficacia y seguridad de las vacunas en comparación con los demócratas. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien nombró a Ladapo, ha posicionado su administración contra los mandatos de vacunación y otras medidas restrictivas de salud pública, acentuando esta polarización.
Ladapo ha evocado preocupaciones infundadas sobre las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna. Entre las muchas afirmaciones polémicas se cuenta la idea de que estas vacunas podrían amenazar la integridad del genoma humano, y que sus refuerzos no han sido debidamente evaluados en ensayos clínicos, afirmación que es incorrecta dado que las versiones originales sí lo fueron, y así se han adaptado a lo largo del tiempo como el caso de las vacunas contra la gripe.
Varios expertos han salido al paso de estos pronunciamientos, resaltando que las vacunas están respaldadas por sólidos estándares científicos y que los supuestos “riesgos desconocidos” de múltiples inmunizaciones han sido investigados, sin encontrar problemas de seguridad.
La polémica no solo ha desviado la atención de la eficacia de las vacunas, sino que también ha provocado tensiones dentro de la comunidad médica de Florida, con líderes del sector instando a un pronunciamiento más enérgico contra las declaraciones del cirujano general.
Además, las recomendaciones de salud aparentemente benignas del boletín de Ladapo, como la promoción del ejercicio y el consumo de vegetales, han sido consideradas por los críticos como un desvío o mal consejo si no se emparejan con recomendaciones sobre inmunización.
El documento de Ladapo repite argumentos ya desacreditados en diversas plataformas y se percibe como un intento de congraciarse con posiciones anti-vacunas y de dotar de legitimidad a ideas promovidas por personajes destacados del ámbito anti-vacuna, como Robert F. Kennedy Jr.
Algunos profesionales de la salud han notado una disminución en el interés por otras vacunas debido a esta campaña de desinformación, afectando la cobertura no solo contra la COVID-19 sino también contra otras enfermedades prevenibles como la neumonía y el tétanos.
La confusión y el escepticismo generados por esta narrativa antivacunas amenazan con erosionar aún más la confianza en los programas de salud pública en Florida y en el país, socavando décadas de progreso en la seguridad de la inmunización. Las implicaciones a largo plazo de estos mensajes sugieren un desafío creciente para las autoridades de salud en restaurar la fe del público en la ciencia.