El tema del aborto y los derechos reproductivos en Estados Unidos sigue marcando límites ideológicos entre los principales candidatos presidenciales, Donald Trump, del Partido Republicano, y Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata por el Partido Demócrata. Las posturas de ambos respecto al acceso a servicios de salud reproductiva como el aborto o la fertilización in vitro (IVF) son claramente opuestas, mostrando un fuerte contraste en cómo la atención sanitaria futurista podría desarrollarse en el país.
Durante su primer mandato, Trump fue determinante para establecer un cambio histórico en los derechos reproductivos al nombrar magistrados para el Tribunal Supremo que revocaron Roe v. Wade a través del caso Dobbs contra la Organización de Salud de la Mujer de Jackson. Este fallo de 2022 condujo a que varios estados impusieran restricciones radicales o prohibiciones absolutas al aborto. Actualmente, 14 estados han prohibido el procedimiento, número destinado a crecer con restricciones de edad gestacional en varios otros.
Pese a la prohibición a nivel estatal, la cantidad de abortos ha experimentado un incremento desde el fallo de Dobbs. Aunque Trump enfatizó que las decisiones sobre el aborto deberían delegarse a los estados, durante los debates presidenciales evitó confirmar que no firmaría una prohibición nacional del aborto si el Congreso aprobara dicho proyecto. Sin embargo, más tarde afirmó que no respaldaría tal iniciativa. Además, podría recurrir a una antigua ley en desuso, la Ley de Comstock, para intentar limitar el acceso a servicios de salud reproductiva.
Por otro lado, el liderazgo de Harris y su compromiso diferenciado quedan evidenciados en las acciones del actual gobierno. La administración Biden-Harris ha firmado órdenes ejecutivas para garantizar la dispensación de medicamentos abortivos en farmacias y ha defendido el acceso al aborto ante el Tribunal Supremo en dos ocasiones significativas. Además, han facilitado el acceso al control de natalidad bajo el programa Medicaid.
Harris apuesta por derogar el filibuster en el Senado para permitir que los demócratas legislen en favor de los derechos reproductivos. Mientras tanto, 10 estados tienen medidas en votación destinadas a proteger el acceso al aborto y un estado persigue restringirlo después del primer trimestre. Parte del impacto negativo sobre el aborto también recae en los servicios reproductivos esenciales como la atención a embarazos ectópicos o perdidas, con Texas observando un aumento en mortalidad neonatal tras sus prohibiciones.
A futuro, bajo un segundo mandato de Trump, podría reducirse el acceso a anticonceptivos eliminando exenciones religiosas al mandato de cobertura de anticonceptivos del ACA. El escenario del acceso a la IVF es igualmente incierto, con algunos estados etiquetando embriones como “niños”, una consideración que podría aminorar dichas prácticas médicas. Harris, sin embargo, ha prometido proteger estas tecnologías asistidas.
Es fundamental que el voto ciudadano refleje la dirección que el país tomará respecto al acceso a derechos reproductivos fundamentales. La elección de magistrados por parte del presidente podría tener consecuencias a largo plazo en la salud de las mujeres, que se percibirán aún mucho después del mandato vigente.