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miércoles 9 de de 2024

Europa ante la amenaza iraní: lecciones de la muerte de Nasrallah

La reciente eliminación del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha puesto en evidencia la relación compleja y, según algunos expertos, ingenua de Europa con Irán. Este evento ha generado una ola de reacciones de diversas partes, tanto en Israel como en territorios de medio oriente, que durante mucho tiempo han sufrido bajo las amenazas de misiles provenientes del grupo respaldado por Irán. En Europa, la respuesta ha sido moderada, con líderes como Annalena Baerbock mostrando preocupación por la estabilidad en Líbano tras el incidente.

El asesinato de Nasrallah podría abrir oportunidades para que Líbano recupere el control estatal, pero también subraya la amenaza que Irán representa para la seguridad europea. Tradicionalmente, tanto Berlín como Bruselas han sido incapaces de reconocer las políticas agresivas del régimen iraní y su apoyo a grupos terroristas como Hamas y Hezbollah, evidentes en las persistentes actividades en Europa realizadas por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC).

Entre junio de 2018 y junio de 2024, hubo al menos 11 intentos de ataque en Europa adjudicados a Irán, lo que subraya el interés de la República Islámica en el continente como escenario de confrontación con Israel y sus aliados. A pesar de las sanciones recientes de la UE a Teherán, estas han tenido poco impacto palpable en alterar estas tácticas.

También es relevante la continua influencia de Irán en Armenia, donde mantiene cercanas relaciones estratégicas y se alían en partes con Rusia para favorecer sus intereses geopolíticos. La reciente revelación de un acuerdo secreto entre ambos países de alrededor de medio billón de dólares para el suministro de drones y misiles subraya la competitividad de Teherán en la región.

El notable despliegue de agentes del IRGC en Armenia durante las últimas décadas insinúa la expansión de la influencia de Irán, que atraviesa no solo Eurasia, sino también los recodos diplomáticos de la política europea, planteando riesgos significativos si la UE facilita nuevas regulaciones de visa para Armenia. Este contexto exige una revaluación seria de las relaciones diplomáticas, especialmente considerando las alianzas de Francia con Armenia, que potencialmente podrían comprometer la seguridad de armas europeas.

Concluyendo, la política europea hacia Irán necesita una recalibración crítica que no solo enfrente los desafíos inmediatos presentados por situaciones como la de Nasrallah, sino que fortalezca estrategias a largo plazo para mitigar riesgos de seguridad en el continente. Diplomaticamente es vital buscar colaboradores contra el terrorismo, pero la candidez hacia Rusia e Irán es un lujo peligroso.