Moldova enfrenta una encrucijada histórica tras los resultados preliminares del referéndum sobre la pertenencia a la Unión Europea. Con un 55% de los votantes inclinándose hacia el “no”, el futuro geopolítico del país europeo parece tambalearse. Mientras la atención del mundo está puesta en este pequeño país europeo, la presidenta pro-occidental Maia Sandu no ha dudado en responsabilizar a “grupos criminales” y fuerzas extranjeras de dicho resultado, señalando irregularidades y propaganda masiva.
Las cifras publicadas por la comisión electoral moldava, en las primeras horas del lunes, revelaron que más del 50% del electorado vio con escepticismo la propuesta de Sandu de unirse al bloque europeo para 2030. Aunque los votos de la diáspora, quienes residen mayoritariamente en la UE, aún no se han contabilizado, la tendencia actual pinta un panorama desalentador para la iniciativa pro-europea.
En medio de estas tensiones políticas, Sandu también busca su reelección, liderando las encuestas con el 37% del apoyo, seguida por Alexandr Stoianoglo, del Partido Socialista y pro-Kremlin, con un 29%. Sin embargo, sin una mayoría absoluta, un sombrío enfrentamiento de segunda vuelta se avecina, lo que representa un desafío para la presidenta aspirante.
La sombra de Rusia se cierne con fuerza sobre Moldavia, con denuncias de intentos desmesurados de influir tanto en el referéndum como en las elecciones presidenciales. Desde la capital, los oficiales de seguridad han señalado ataques híbridos de inteligencia rusa, compra de votos, y sabotajes hacia servicios críticos como el correo y los aeropuertos.
La intervención rusa presuntamente incluye el traslado de más de 15 millones de dólares hacia cuentas de ciudadanos moldavos, según la policía local, en un esfuerzo por desestabilizar el proceso electoral. En respuesta, la UE ha enviado misiones civiles para reforzar la resiliencia del país frente a estas amenazas.
En última instancia, la coyuntura actual de Moldavia es producto de un juego geopolítico con muchas caras. El avance hacia el horizonte europeo, plagado de obstáculos, está exigiendo un juicio agudo y decisiones firmes de las autoridades. La influencia desestabilizadora de Rusia sigue siendo un factor esencial en esta ecuación, mientras la población moldava observa atenta el devenir de su país en estos tiempos inciertos.