Donald Trump, en un discurso en Savannah, Georgia, perfiló su ambicioso plan para reestructurar la industria manufacturera de Estados Unidos. Prometió una “renacimiento manufacturero" que implica trasladar industrias completas al país, con la intención de generar millones de nuevos empleos. Su enfoque se centra en ofrecer el menor costo de energía, la carga regulatoria más baja y los impuestos más competitivos del mundo para las compañías que decidan establecer su producción en suelo estadounidense.
Trump destacó su plan para crear zonas federales especiales con impuestos y regulaciones ultra bajas. Además, introdujo la figura de un “embajador de manufactura” que se encargará de atraer a grandes fabricantes del extranjero, con el objetivo de convertir a Estados Unidos en un centro de manufactura. Según el expresidente, estas medidas provocarían un éxodo masivo de manufactura desde países como China y Corea hacia estados como Pensilvania y Carolina del Norte.
Una parte crucial de su propuesta es la implementación de un impuesto del 15% para productos “hechos en Estados Unidos” y la imposición de un arancel del 100% a los automóviles fabricados en México. Tales medidas continúan con su enfoque proteccionista, que ha defendido desde hace casi una década. A pesar del apoyo que expresó hacia Tesla y su CEO, Elon Musk, Trump afirmó que detendría inmediatamente cualquier mandato de electrificación automotriz, reiterando su intención de reducir la burocracia al “eliminar 10 regulaciones antiguas por cada nueva”.
El discurso no evitó las críticas, como las más de 400 firmas de economistas y funcionarios que respaldaron a su oponente, la Vicepresidenta Kamala Harris, considerándolo un riesgo para los empleos manufacturados en el país. En una reciente carta, el portavoz de la campaña de Harris catalogó las medidas de Trump como perjudiciales para las familias de clase media.
Con un enfoque especial dirigido a los trabajadores del sector automotriz, quienes, según Trump, han sido perjudicados por décadas de liderazgo incompetente, prometió revitalizar la industria y elevar significativamente los salarios. No obstante, la Unión de Trabajadores Automotrices optó por respaldar a Harris, lo que provocó duros comentarios por parte de Trump hacia su presidente, Shawn Fain.
En conclusión, aunque Trump pinta un futuro de prosperidad industrial basado en sus propuestas, su plan se enfrenta a un escepticismo considerable por parte de expertos económicos y enfrenta divisiones significativas entre los votantes trabajadores, quienes miran al pasado y al presente con diferentes perspectivas sobre el bienestar y la estabilidad económica que prometen sus políticas.