En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en nuestras vidas cotidianas, un reciente estudio de la Universidad de Zúrich ha puesto el foco sobre el papel de las investigaciones interdisciplinarias en el campo de la ética y las preocupaciones sociales en la IA. Análisis de más de 100,000 artículos relacionados con IA publicados en ArXiv entre 2014 y 2024 revela un paisaje en evolución donde el protagonismo de los equipos exclusivamente técnicos está creciendo inesperadamente.
El estudio indica que aunque los equipos interdisciplinares tienen una inclinación a producir investigaciones orientadas a temas sociales, es meramente la ciencia computacional, sin el concurso de otros campos, la que ahora va a la cabeza en cuestiones como la seguridad, la sanidad, o la desinformación. Esta situación plantea inquietudes sobre los supuestos usuales acerca de quién lidera el cambio hacia una IA responsable. Sorprende ver a equipos de ciencias computacionales comenzar a abordar cuestiones éticas y societales, dominando la producción de trabajos sobre un rango de temas.
La recolección de datos también reveló que desde 2014, el porcentaje de orientación social atribuible a equipos únicamente técnicos ha aumentado del 49% al 71%. Este crecimiento resalta la existencia de un cambio normativo en el ámbito de la informática, sin reducir la participación de equipos multidisciplinarios pero evidenciando una transformación interna.
A pesar de este movimiento, los equipos interdisciplinarios continúan superando a los CS-only en el tratamiento de temas explícitamente sociales. Sin embargo, se observa un declive en la contribución de los investigadores de ciencias sociales y humanidades, cuyo papel y metodologías críticas podrían estar quedando fuera en un mundo más técnico.
Es esencial reflexionar sobre cómo estos cambios afectarán a largo plazo la gobernanza y el desarrollo seguro y justo del IA. La necesaria interacción de varias disciplinas, aunque cada vez menos frecuente, sigue siendo un componente crucial para asegurar que los desarrollos tecnológicos no vayan por un camino ético estampido.
Al concluir la investigación, se alienta a considerar cómo estas disciplinas pueden integrarse nuevamente a través de vías innovadoras y mutuamente entendidas, asegurando que la IA siga siendo no solo útil, sino igualmente justa y sociológicamente responsable. La conclusión es clara: aunque los sistemas técnicos se están ajustando autónomamente a temas de preocupación societal, la inclusión de diversas perspectivas asegura un lente más equilibrado y completo.