En el contexto del desarrollo de avances en inteligencia artificial (IA) y su aplicación al ámbito militar, destaca la creciente preocupación por la automatización de sistemas de armas nucleares, un componente vital de debates internacionales que abordan la seguridad y la estabilidad estratégica. Estos debates recalcan los riesgos asociados tanto a la introducción de sistemas automatizados de lanzamiento de armas nucleares como a la potencial inestabilidad política global resultante.
Históricamente, el empleo de armas nucleares como herramienta de coacción ha generado opiniones divididas. Aunque la teoría del brinkmanship nuclear, resaltada por Thomas Schelling, sugiere que los riesgos nucleares al borde de una catástrofe pueden funcionar como un poderoso mecanismo coercitivo, algunos expertos temen que la automatización de estos sistemas pueda intensificar dichos riesgos.
Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética desplegó un sistema semiautomático conocido como Dead Hand o Perímetro que, al ser activado, monitorizaba factores como la radiación y la presión aérea para detectar ataques nucleares. En caso de pérdida de comunicación con el liderazgo soviético, este sistema transfería la autoridad de lanzamiento a oficiales de menor rango.
Hoy, las capacidades tecnológicas han avanzado de forma significativa debido a la mejora de las tecnologías de inteligencia artificial. Este avance plantea preguntas sobre la implicación de una mayor automatización en la política internacional y los escenarios de guerra, donde las normas establecidas contra el uso de armas de destrucción masiva han sido cuestionadas por políticos en conflictos recientes, como la guerra Rusia-Ucrania.
Estudios experimentales con legisladores del Reino Unido y muestras del público general sugieren que las amenazas nucleares explícitas respaldadas por sistemas automatizados tienen ventajas en cuanto a la credibilidad, aunque a tasa de altos riesgos. Estos hallazgos son inquietantes y podrían sugerir que países con armas nucleares adopten sistemas automatizados para reforzar la credibilidad de sus amenazas.
Paradójicamente, la percepción pública en torno a estos sistemas automatizados, aunque los ve como más creíbles, también incrementa los temores de un uso accidental de armas nucleares, lo que eleva la disposición a aumentar el gasto militar y reducir el apoyo al desarme nuclear frente a amenazas ambiguas. La dialéctica entre los avances de la IA y su potencial uso bélico no solo redefine la perspectiva de la seguridad estratégica, sino que también sirve para advertir contra la tentación de depender de estos sistemas en la política contemporánea.