En los últimos años, la tecnología ha avanzado hasta ofrecer una forma digital de “inmortalidad” mediante la creación de avatares póstumos o “griefbots”. Estas herramientas impulsadas por inteligencia artificial prometen dar vida de manera virtual a nuestros seres queridos que han fallecido. Este fenómeno, aunque fascinante, despierta preocupaciones éticas y de privacidad, una tendencia que ya ha captado la atención de tanto consumidores como expertos en la materia.
La investigación de Katarzyna Nowaczyk-Basińska, del Leverhulme Center for the Future of Intelligence, se centra en cómo estas tecnologías están transformando nuestra percepción del duelo y la inmortalidad. Según Nowaczyk-Basińska, el avance de la IA generativa ha permitido que estas ideas pasen de ser promesas comerciales a productos reales en una industria en expansión, principalmente en Estados Unidos.
Para crear un avatar póstumo, las empresas requieren acceso a una gran cantidad de datos personales, incluyendo videos, mensajes y grabaciones de audio. La IA procesa estos datos para predecir cómo una persona fallecida podría responder en diversas situaciones. Esta práctica plantea numerosas interrogantes éticas, especialmente respecto al consentimiento doble de todas las partes involucradas.
El proyecto “Imaginaries of Immortality in the Age of AI” explora cómo distintas culturas, incluyendo las de Polonia, India y China, perciben la idea de la inmortalidad digital. Los expertos insisten en la necesidad de un mayor debate y en la creación de un marco ético que regule el uso de estas tecnologías. Sin un sistema de protección adecuado, los usuarios quedan expuestos a posibles abusos.
En cuanto a los posibles beneficios de los griefbots, Nowaczyk-Basińska sugiere que podrían servir como archivos interactivos, ofreciendo acceso a información valiosa sobre personalidades científicas o familiares, lo que podría redefinir la forma en que preservamos nuestra historia.
Sin embargo, los riesgos son palpables, especialmente para grupos vulnerables como los niños. La falta de investigaciones empíricas sobre el impacto de estos bots en el proceso de duelo sugiere que se deben tomar medidas preventivas ante su potencial uso.
Entre las recomendaciones a los consumidores está el comprender que estas herramientas no son una cura universal para el duelo. Se debe recordar que detrás de cada diálogo está solo la tecnología, no el ser querido fallecido, y que estos sistemas están diseñados para mantenernos implicados, algo que puede convertirse en una adicción.
En conclusión, los griefbots, con su capacidad para revivir digitalmente a los muertos, representan una paradoja entre el avance tecnológico y el debate moral. En un mundo donde la línea entre lo real y lo virtual continúa difuminándose, es esencial que estas discusiones éticas no solo se escuchen, sino que lideren el camino para un uso responsable de esta innovadora tecnología.