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martes 29 de de 2025

La IA y el desafío de la sobrecarga cognitiva social

En el contexto de un acelerado desarrollo de la inteligencia artificial (IA), el mundo académico y tecnológico ha encontrado un nuevo campo de estudio: la sobrecarga cognitiva social. Esta problemática se define como el estado en el que individuos, instituciones e incluso gobiernos, se ven superados por la cantidad y complejidad de la información generada, en gran medida, por sistemas impulsados por IA.

A través de diversos estudios, se ha identificado que la IA amplifica la sobrecarga cognitiva mediante mecanismos como la manipulación algorítmica, la ansiedad por la automatización, y el debilitamiento del significado. En la era digital actual, medios sintéticos y campañas de desinformación erosionan la capacidad de las sociedades para diferenciar entre la verdad y la falsedad, lo que fragmenta la realidad compartida. En el ámbito económico, la automatización amenaza con despojar de empleos a sectores vulnerables, agravando el clima de incertidumbre y precariedad laboral.

Un punto crítico identificado es la “desempoderamiento gradual” que, según investigaciones recientes, podría erosionar el control humano en sectores clave a largo plazo, derivando en un potencial colapso existencial. La ironía radica en que la IA no solo genera este problema, sino que también ofrece posibles soluciones, como herramientas de apoyo para reducir la carga cognitiva. Esto exigiría un diseño algorítmico que priorice la seguridad social por encima del lucro.

Las políticas actuales enfrentan retos similares, dado que la complejidad técnica sobrepasa la capacidad de procesos democráticos. La paralización institucional resulta en una “disonancia bidireccional”: mientras que las capacidades contemporáneas fallan en gobernar eficazmente la IA, las plataformas mal reguladas amplifican la tensión social.

El desafío a futuro es mitigar esta sobrecarga mediante desarrollos centrados en el ser humano. A largo plazo, tendríamos que adecuar la gobernanza de la IA hacia una interacción simétrica, donde se promueva una cultura de filtración de información que permita el manejo volumen en la toma de decisiones. La investigación en mecanismos como la inteligencia colectiva y el cuidado de las habilidades críticas es clave.

La habilidad de navegar en un mar de información depende de redescubrir conceptos, a través de instituciones educativas y gubernamentales adaptativas, que abracen la diversidad ética y el pensamiento crítico como eje. Finalmente, el florecimiento de nuestra relación con tecnologías avanzadas depende de reducir la sobrecarga cognitiva, una tarea tan esencial como el progreso tecnológico en sí.